Paseando por uno de los nuevos barrios de la ciudad de Valencia podemos ver como la arquitectura del siglo XXI convive con esa arquitectura industrial del siglo XIX, donde la ciudad se conforma con el diálogo abierto entre pasado y presente.
Estas chimeneas que en si solas no configuran un espacio interior, guardan un gran valor patrimonial, paisajistico y constructivo digno de ser conservado, ya que fueron elementos imprescindibles para el funcionamiento industrial de la Comunidad Valenciana.
Estas Catedrales de la Industria se alzan varios metros, bellas e inmóviles. Levantan nuestra mirada al cielo para fijarnos en su remate y nos traen recuerdos de otros tiempos y de una ciudad distinta. Están cargadas de expresiva belleza que les atribuye el paso del tiempo con sus ladrillos ennegrecidos.
Son hitos urbanos que la ciudadanía los identifica con lugares concretos, creando una potente imagen urbana. Estas construcciones de ladrillo fueron absorbidas por la ciudad y su urbanismo, pasaron a competir en altura con los bloques de viviendas surgidos en los nuevos barrios.
Estas últimas supervivientes de la industrialización de finales del XIX y principios del XX siguen mirando al cielo y llenan en vertical paisajes urbanos, jardines o plazas de nuestras ciudades.
Es a finales de los ´80 cuando se decide protegerlas ya que antes no se tenía en cuenta ese valor socio-cultural que poseen. La Ley de Patrimonio Valenciano 4/1998 del 11 de junio protege las chimeneas anteriores a 1940 como Bien de Relevancia Local (BRL). Aunque la Ley no protege a las viejas fábricas estás se podían haber restaurado, pudiendo ofrecer un uso social para los nuevos barrios. Pero es evidente que los terrenos industriales se convertían en un suelo goloso para constructores y especuladores cuyo objetivo era ganar mucho dinero.
Las primeras chimeneas construidas en el siglo XIX se realizan a imagen y semejanza de modelos ingleses y franceses, debido a la importación de maquinaria y de ingenieros de estos países.
Para el ciudadano todas las chimeneas parecen iguales, un obelisco de esbelto fuste cuya terminación tiene un ligero ornato antes de dejar salir los humos. Sin embargo, descubrimos que visualmente tiene tres partes bien diferenciadas, base, caña o fuste y corona o remate, siendo ésta última donde mayor variedad podemos encontrar.
Se utiliza como material básico el ladrillo cocido, que es un buen aislante térmico. La sección interior disminuye de la base al remate, con tal de conservar una corriente ascendente y favorecer la combustión. Su construcción obedece a la utilización del vapor en la fábrica.
El fuste se desarrolla con una sección decreciente con inclinación de 2,5%. Con la dimensión de la boca superior de la chimenea y la altura que se necesita alcanzar se obtiene las dimensiones de la base. La corona es el sello del constructor, que utiliza el mismo modelo en toda su producción.
La forma de la mayoría de las chimeneas es circular, siendo la cuadrada menos frecuente y la octogonal particular de la zona levantina.La sección circular exige ladrillos aplantillados curvos, aunque se construyen chimeneas circulares con ladrillos rectos, cuando el diámetro es tan grande que permite, sin perder la apariencia de curbatura. La forma octogonal precisa de ladrillos aplantillados especiales para las esquinas.
El proceso constructivo se desarrolla con un mínimo de cuatro operarios: dos al pie de la chimenea preparando mortero y ladrillos e izándolos con una polea, otro que se encarga de apilar y suministrar el material en altura, unos dos metros por debajo de los dos últimos, que son los que levantan la obra.
El replanteo en la base es función de la altura: la dimensión de referencia suele ser el tamaño del hueco en la parte superior de la chimenea, aproximadamente 80 centímetros, que permite el trabajo de un operario actuando en su interior.Se utiliza andamios hasta unos tres metros de longitud de fuste, que sumados a la base puede llegar a unos 7 – 8 metros. Sin embargo, la manera más habitual es prescindir de ellos y trabajar desde dentro.
Muy pocas chimeneas industriales se construyeron siguiendo un proyecto con sus cálculos correspondientes. Los constructores levantaban las chimeneas siguiendo las pautas y reglas aprendidas de sus antecesores.
Tres aspectos son los que determinan la estabilidad de las construcciones: La capacidad resistente al propio peso, la estabilidad frente al giro del apoyo y la resistencia al viento. La cimentación se fundamenta sobre la resistente piedra tosca y a base de hormigón, sin armadura, consta de una losa de unos cuatro metros de diámetro y pocos centímetros de espesor. Un conducto bajo rasante en dirección norte, de unos 15 metros, comunicaba con la caldera.
La ciudad y sus nuevos barrios deben poner en valor estas construcciones para seguir ofreciendo nuestra evolución urbana a los futuros habitantes.
Bibliografía:
Lopez Patiño, G. Actas del VII Congreso Nacional de Historia de la Construccion. Madrid: Instituto Juan de Herrera, 2011
http://www.sedhc.es/biblioteca/actas/CNHC_7%20(75).pdf .
Si queréis saber más sobre chimeneas industriales os recomiendo visitar el blog: bloggracia.wordpress.com
Fotos realizadas por Jose Luis Núñez
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